Justiniano I el Grande, acertó a llevar el esplendor a
oriente y convertirlo en el siglo VI en un ejemplo de prosperidad. Nacido en
482 en Tauresium, Iliria, en la península balcánica; de origen humilde.
Justiniano gobernó Bizancio por casi cuarenta años.
Justino se convirtió en emperador de Bizancio en 518.
Cuando Justino llego al trono, una de sus primeras apuestas fue elevar al rango
de patricio a Justiniano, al que hizo formar en Constantinopla. Le nombro conde
de los domésticos, título que le daría acceso a los círculos más selectos. En
adelante y hasta el fin de su gobierno, Justino se dejaría guiar por su sobrino,
al que adopto formalmente como hijo. De esta forma, Justiniano pasaría a ser
“el segundo hombre” de Bizancio. Convertirse en el primero sería solo cuestión
de unos nueve años.
Entretanto, Justiniano no estaba dispuesto a esperar de
brazos cruzados. Además de ayudar al gobierno de su tío, y consciente de la
importancia de ganarse al pueblo para ganar popularidad, adopto varias medidas.
En 521 celebro su consulado con los juegos y espectáculos públicos más
esplendidos que Constantinopla hubiera visto nunca.
1. Mejor acompañado.
Pese a que sus ojos estaban puestos en occidente y en la
expansión del imperio, Justiniano no solo se preocupo de sus campañas, para las
que conto con Belisario y Narses. En política interior acometió mejoras
sociales muy transgresoras y beneficiosas para las mujeres, en la que su propia
esposa: Teodora de Bizancio. Cuando Justiniano conoció a Teodora, era de
dominio público que esta había ejercido como prostituta en el hipódromo de Constantinopla.
Sin embargo, eso no fue obstáculo para que cayera postrado a sus pies. Además
de instruida en las artes amatorias, Teodora era inteligente, ingeniosa y muy enérgica;
hizo cambiar la ley que hasta el momento prohibía los matrimonios entre clases
sociales. Teodora fue coronada junto a Justiniano por lo que sería un gobierno
compartido. Hizo añadir el nombre de Teodora al juramento de fidelidad que se
exigía a los gobernadores de las provincias. Alentado por su esposa, el
emperador no dudo en entornar una condena pública de la prostitución, que como
otras muchas reformas, formaban parte del compendio de las nuevas leyes que
Justiniano fue promulgando durante su mandato, todas ellas recogidas bajo el
epígrafe de novellae constitutiones, o nuevas leyes.
La mejor contribución de Justiniano al imperio y a la
historia de la jurisprudencia, fue la recodificacion completa del derecho
romano.
2. Legislar el desorden.
Convencido como estaba de la necesidad de lograr unidad
en lo político, lo religioso y también lo jurídico, no solo se dejo asesorar
por su esposa Teodora sino también por los mejores y más acreditados expertos
en materia de guerra, economía y leyes. Para sus campañas contaba con Belisario
o Narses. Para las finanzas eligió a Juan de Capadocia y para lo jurídico a
Triboniano, consejero imperial al que le dio el cargo de cuestor de palacio, el
rango más elevado de la justicia en el gobierno. Su misión era dirigir la
compilación justinianea. Para esta obra se formo una comisión de apoyo de
altísimo nivel, cuyo objetivo era recopilar pasado y presente del derecho
romano. Lo que equivalía a “suprimir repeticiones y contradicciones, asegurarse
de que no había nada incompatible con la enseñanza cristiana y sustituir con
claridad y concisión la confusión y el caos”.
El primer hito fue codificar todas las constitutciones imperiales
que aun eran validas y crear el Codex (código), que se convertiría en la ley
suprema para todos los tribunales bizantinos. Se codifico además el trabajo de
los juristas anteriores, lo que supuso consultar más de 2000 libros. La tarea
daría lugar a la publicación del Digesto, o Pandectas, que cuenta con siete
partes o cincuenta libros, a la que se sumaría una obra elemental para la
instrucción de principiantes en los estudios de leyes: las Institutiones,
divididas en cuatro libros. Todas las obras legales de Justiniano formaron el
Corpus Iuris Civilis (derecho civil completo).
Es incuestionable la contribución de Triboniano al
derecho imperial. Sin embargo, algunos cronistas de la época, como el mismo
Procopio, no dudaron en acusarle de corrupción.
3.Del descontento a la
sedición.
Cuando Justiniano heredo el imperio, no dudo en rodearse
de los mejores y abordar ambiciosos proyectos que dotaran de esplendor y
reputación a su gobierno.
Por una parte, Justiniano había modernizado de la mano de
Juan de Capadocia el sistema de recaudación de impuestos, había reducido el
poder de los altos cargos provinciales y frenado la corrupción. Pero por la
otra, los costes de sus proyectos y campañas iban en aumento, por lo que el
pueblo se sentía cada vez mas exprimido. Los sicarios de Juan de Capadocia
actuaban con total impunidad, especialmente de aquellos que se sospechaba que
poseían riquezas ocultas. La mayoría fueron torturados sin piedad. En el campo,
una inmensa masa campesina se vio obligada a buscar trabajo en la capital que
causo un éxodo rural masivo que no beneficiaria al emperador.
La capital, Constantinopla continuaba dividida en dos
facciones enfrentadas y ambas protagonizaron un levantamiento. Ya el emperador
Anastasio tuvo que hacer frente veinte años antes. La facción azul, el bando de
los terratenientes y la antigua aristocracia grecorromana, y la facción verde,
el bando de los comerciantes, industria y funcionario civil que tenían un
enemigo común, el emperador y sus colaboradores. El descontento tomo forma de
sedición en 523 con una rebelión popular, la Nika que casi cuesta el trono a
Justiniano. Finalmente logro mantenerse en el poder gracias al mejor de sus
asesores, su esposa.
Justiniano primero quiso huir. Pero según Procopio,
Teodora intervino: “la huida es inapropiada, incluso si lleva consigo la
salvación”.
De inmediato, un ejército de mercenarios tomaba el
hipódromo, foco de la sedición. A su paso quedaron sobre la arena más de 30000
cadáveres y una ciudad en ruinas. Justiniano lo utilizo a su favor para iniciar
magnificas reconstrucciones con las que afianzar su política de edificación,
embellecer su imperio y demostrar la grandeza de su soberano.
Justiniano aprovecho para emprender, en el mismo año, la
obra más significativa de Constantinopla y de todo Bizancio: la reconstrucción
de la iglesia de Santa Sofía. Se convertiría en el edificio más grande del
mundo cristiano y en el ejemplo más eminente de la edad de oro del arte y la
arquitectura bizantinos en la que también se enmarcarían obras como las
basílicas de san Vitale y de Sant´Apoliniare in Classe en Rávena o la de San
Marcos en Venecia. Diseñada y construida en cinco años, santa Sofía se erigió
en la iglesia de la corte y como la manera más visible en que el emperador
defendía la fe católica, de la que era partidario incondicional.
La era de Justiniano fue la época de mayor esplendor de
Bizancio. Con él se fueron sumando territorios al imperio y la cuenca del
mediterráneo volvió a ser romana Bizancio alcanzaba así su cenit y se convertía
en un emporio comercial de primer orden.
Sin embargo, en la primavera de 542 el imperio sufrió un
duro revés. Un brote de peste bubónica que solo en Constantinopla causo más de
250000 víctimas mortales. Entre los afectados se encontraba el propio
Justiniano, lo que abrió el interrogante sucesorio, ya que la pareja imperial
no tenía hijos. Teodora eligió sucesor: Justino, uno de los sobrinos del
emperador y jefe de la guardia imperial. Pero la sucesión tuvo que esperar, ya
que Justiniano se recupero un año después.
Superada la crisis, la muerte sobrevino a la emperatriz
en 548. Justiniano aun siguió reinando en solitario 17 años más.
Según Norwich, durante los últimos años “había menos
dinero que nunca; el ejercito que en otro tiempo había alcanzado 645000
soldados, se redujo a 150000, mientras que sus grandes fortalezas de la
frontera estaban desoladas y abandonadas. Ahora solo le preocupaban el estado
de su iglesia y las eternas disputas teológicas, en las que, como buen
bizantino, encontraba estimulo y relajación”.
En 565, acompañado por su sobrino y heredero Justino,
moría el mas celebre de los emperadores de Bizancio. Al día siguiente su cuerpo
fue transportado por las calles de Constantinopla, ante el silencio y el
respeto del pueblo Cuando el féretro llego a la iglesia de los Santos
Apóstoles, allí le esperaba en su tumba Teodora, junto a la que fue enterrado
por deseo expreso y como prueba de amor y respeto a su mejor consejera de
gobierno.